Un puñado de cerezas, de Francisco Mouat
1 Antes de que “un puñado de cerezas” se convirtiera en el título de un libro, esta es la imagen que hubiese venido a mi mente al evocar esa frase: alguien me ofrece, con sus dos manos formando un cuenco, un puñado de cerezas, rojas, rojísimas, jugosas y dulces. No pienso en que pudieran estar ácidas o amargas, o en que pudieran tener trazas de pesticidas; pienso en que quien las colectó lo hizo con sus propias manos, desde su propio árbol, a su propio cuidado. Entonces, tomo una con mi mano, me la llevo a la boca y me la como, luego tomo otra, y también me la como, y cuando ya estoy satisfecha de tantas que he comido, me limpio con el dorso de mi mano el resto de jugo que ha quedado alrededor de mi boca. En la imagen que me hago puedo ser una niña o puedo ser la niña que aún vive dentro de la mujer en la que me he convertido. Pero cuando me entero de que el título del libro es parte de un verso que proviene de un poema de Jorge Teillier que se llama Estas palabras , el "puñado ...